Michael Mustapich | BLes.
Un día antes de la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, un disidente chino llamado Jie Lijian realizo una escenificación junto a otras personas mostrando como el PCCh tortura a los pacientes en los hospitales psiquiátricos. La protesta se realizó en el paseo de la fama de Hollywood en California, EEUU.
Jie demostró y explico al público los distintos tipos de tortura que sufrió estando internado en una de estas “prisiones mentales” en China. Descargas eléctricas, quemaduras con cigarrillos, golpes reiterados, ganchos en la boca.. Todo esto mientras está esposado y colgado de una barra. Durante la exposición y visiblemente conmocionado, grito:
“El PCCh usa el inframundo y usa el terror para perseguir a todos. ¿Tienen miedo? ¿Vamos a levantarnos y eliminar al PCCh? Si no lo eliminamos, todos ustedes son víctimas ¡El PCCh es la raíz de todo mal!”
Entre las fotos expuestas en la demostración se encontraba la de Dong Yaoqiong, una joven china que se hizo conocida por tirar tinta en un retrato de Xi Jinping, Como tal acción no constituía un delito, las autoridades la internaron en un hospital psiquiátrico y aun después de dos años, se desconoce su situación. El padre de la joven, Dong Jianbiao, quien fue encarcelado por defender a su hija, murió en la cárcel. Su cuerpo presentaba posibles pruebas de haber sido torturado.
El activista chino, ahora exiliado en EEUU, manifestó que estos hospitales psiquiátricos son utilizados por el régimen comunista chino como centros de detención y tortura contra los disidentes. Jie fue detenido tres veces en este tipo de establecimiento.
Jie describe este lugar como “el campo de concentración de Auschwitz más grande construido en China en el siglo XXI”
Según cuenta el activista, lo más aterrador de ser detenido en un hospital psiquiátrico fue el tratamiento con descargas eléctricas.
“Cuando se enciende la energía, se siente como si estuvieras muerto, tu cerebro parece estar fijo, atado por sujetadores, y tus muñecas, piernas y tobillos, vientre y cuello están todos atados. Tan pronto como se enciende la energía, tu cuerpo saltará…. no sé cómo sobreviví”
Jie dijo que las descargas eléctricas duraban una hora y que todos los que eran sometidos a esta tortura se desmayaban. El personal del hospital obligaba a los otros internos a mirar la escena, un medio más de intimidación.
La reclusión de disidentes en hospitales psiquiátricos ha sido una herramienta muy utilizada por el régimen chino, sobre todo contra aquellos a los que no se les puede encontrar una causa legal. Como en el caso de los practicantes de Falun Gong.
Amnistía Internacional recibió el testimonio de un portavoz de la policía de Beijing cuyo trabajo está conectado con los hospitales psiquiátricos. Este declaró:
“No son pacientes, están aquí para ser reeducados… La mayoría de ellos son extremistas de Falun Gong que han estado en Beijing para protestar.”
Liu Yong fue uno de estos “extremistas”. Después del inicio de la persecución ilegal en 1999 por parte del régimen chino, decenas de miles de practicantes se han movilizado hasta Beijing para reclamar su derecho a la libertad de creencia y pedir justicia por los encarcelados injustamente.
En el 2001, Liu, de 30 años en ese tiempo, fue apresado y enviado al hospital psiquiátrico de Baoding. Por no renunciar a su fe, estuvo en ese establecimiento por lo menos 12 años hasta el 2013. Se desconoce su estado en este momento. Informes revelaron que al menos 24 practicantes de Falun Gong murieron en ese hospital.
Los testimonios hablan de que aparte de las temidas descargas eléctricas, a los internos se les inyectan drogas psicotrópicas desconocidas, por lo que entran en prolongados períodos de alucinación. Las secuelas que producen estas drogas se manifiestan en graves daños sufridos en el sistema nervioso central, y en muchos casos, personas que ingresaron mentalmente sanas, después de estos tratamientos forzados, quedaron trastornadas.
El que sigue es un testimonio de un practicante de Falun Gong de la ciudad de Xuzhou, incluido en un informe de la WOIPFG:
“Estuvimos detenidos en el hospital psiquiátrico de la ciudad de Xuzhou durante más de tres meses. Nos ataron a la fuerza a una cama y el llamado personal médico nos puso inyecciones y nos obligó a tragar “medicina”. También nos inyectaron drogas desconocidas. Nos desmayamos y quedamos inconscientes poco después de recibir las inyecciones.
Cuando las inyecciones estaban surtiendo efecto, sufrimos de un dolor extremo. Fue tan severo que nos retorcimos de dolor, gritamos miserablemente y nos estrellamos contra las paredes en un intento desesperado de quedar inconscientes para deshacernos del dolor.
Después de que el efecto de las inyecciones desapareció, preguntamos al personal médico: “¿Por qué nos pusieron inyecciones y otras sustancias nocivas a pesar de que estamos perfectamente sanos?” Ellos respondieron con vergüenza: “No tenemos otra opción. Es por instrucciones de arriba. Tenemos que obedecer a nuestros líderes si queremos mantener nuestros trabajos. No queremos tratarte de esta manera, pero no queremos perder nuestro trabajo”.