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El obispo nicaragüense Rolando Álvarez pidió este jueves a la Policía Nacional que lo dejen oficiar la misa con sus feligreses dentro de una parroquia, que se encuentra sitiada por agentes de las fuerzas de seguridad desde el miércoles, en medio de roces del Ejecutivo con la Iglesia católica.
Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa (norte), explicó en una transmisión que se disponía a ofrecer la eucaristía de todos los jueves, cuando fue informado que los agentes policiales impedían el paso a la feligresía y a sus ayudantes.
Entonces el jerarca salió del Palacio Episcopal, se puso de rodillas en la acera y elevó sus manos hacia el cielo, y recibió de un colaborador a Jesús Sacramentado y con el Santísimo se acercó a los oficiales, que se le retiraron, según la transmisión que hizo la diócesis de Matagalpa en redes sociales.
El jefe de la policía departamental de Matagalpa, Sergio Gutiérrez, pidió al jerarca que cooperara y el obispo le respondió: «los que no cooperan son ustedes».
«Los que no cooperan son la Policía porque no dejan entrar a los sacerdotes, al coro, a los seminaristas, a los muchachos que van a trasmitir mi momento de oración eucarística, de pastoreo, comunión y oración», señaló.
El obispo Álvarez, uno de los más fuertes críticos de Gobierno del presidente Daniel Ortega, se preguntó: «¿Quiénes son los que meten zozobra?, ¿Quiénes son los que aquí introducen el desorden? ¿Quiénes son los que no cooperan? Qué les juzgue el pueblo fiel de Nicaragua».
Señaló a la Policía, que dirige Francisco Díaz, un consuegro de Ortega, de no permitir la libre circulación, la libertad de movimiento, la libertad de expresión y la libertad religiosa.
En medio de alabanzas y oraciones, el religioso acusó a la Policía de crear zozobra y agitar los «ánimos y la fe tan sencilla de nuestro pueblo fiel».
«El demonio quiere que caigamos en la tentación del odio, de la desesperanza, de la división. El odio se responde con amor, la división se responde con la unidad, y la desesperanza con esperanza», puntualizó.
El obispo pidió a la Policía que respetara la vida, la libertad, la fe católica, y dejara celebrar la eucaristía libremente.
«Hay dos cuadras acordonadas. ¿Por qué?, si esto no es una trinchera de combate. Aquí no estamos haciendo ningún complot, ninguna confabulación. Si quieren entrar a mi casa, entren, los recibo a todos», prosiguió.