El Partido Comunista de China colabora con narcotraficantes para transportar fentanilo a Estados Unidos

Andrés Vacca | Bles.com

Ya es sabido que en Estados Unidos, Canadá y también en algunos países europeos, están muriendo miles de jóvenes por año a causa del fentanilo, un opioide sintético 50 veces más fuerte que la heroína. Durante la administración Trump se puso en agenda el hecho de que gran parte del fentanilo que ingresa proviene de China, reclamando al país asiático que imponga mayores controles para impedir su fabricación y despacho al exterior.

Ahora además, un exfuncionario del Departamento de Estado asegura que el Partido Comunista Chino (PCCh) está colaborando activamente con narcotraficantes en China y México para transportar y comercializar el fentanilo a los Estados Unidos, en parte para lavar dinero.

Desde 1968 se utiliza el fentanilo en el ámbito médico como un anestésico intravenoso. Pero durante los últimos años, se desarrolló una poderosa industria asociada al narcotráfico que ha colocado el fentanilo en las calles provocando la adicción de millones de jóvenes, quienes cuando no son rescatados a tiempo terminan en trágicas muertes o con daños cerebrales irrecuperables.

Los rasgos característicos de su consumo son la reducción del grado de conciencia, la contracción de las pupilas y la depresión respiratoria asociada con pérdida de reflejos.

El consumo de esta potente droga puede conducir a un un paro cardiorrespiratorio y la consiguiente muerte. Si se ingiere por vía oral, se metaboliza por el hígado. Esto significa que, después de su consumo, la mayor parte del medicamento se elimina a medida que pasa del intestino a través del hígado y antes de que pueda llegar al sistema sanguíneo. 

Pero aquellos que lo consumen de manera más adictiva eligen un camino más directo, y más nocivo, para alcanzar sus efectos sedantes: la administración por sangre. Una inyección que tiene altísimas probabilidades de provocar la muerte en pocos minutos.

En la actualidad, la mayoría de los laboratorios, o pseudo laboratorios, que producen este medicamento se encuentran en China. Ya en octubre de 2019 el diario The New York Times publicó una investigación en la que aseguraba que en China existen “entre 160.000 y 400.000 compañías químicas que operan legalmente, ilegalmente o en algún punto intermedio” produciendo fentanilo. 

Independientemente del estado de legalidad de estos laboratorios, todos, se encuentran dentro de los parámetros de pereza institucional que tolera la mayoría de los entes reguladores del régimen chino para combatir el narcotráfico. 

Decenas de miles de laboratorios producen fentanilo como si fueran simples chips o zapatillas. Comprimen miles de dosis en una jornada laboral, con rudimentarias máquinas que pueden montarse incluso en el garaje de una casa.

Anne Milgram, directora de la  Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés), ha declarado recientemente que China, además de producir el fentanilo en pastillas para luego exportarlas, también está enviando a México los productos químicos básicos para su producción local en laboratorios clandestinos. 

Milgram aseguró que China está proporcionando productos químicos a las redes criminales de drogas mexicanas quienes luego producen en masa estas píldoras falsas, las cuales frecuentemente se venden como si fueran Alprazolam, Oxicodona, Percocet, pero en ellas verdaderamente hay fentanilo.

La directora de la DEA también alarmó al afirmar que la principal causa de muerte en los hombres de entre 18 y 45 años de edad es la sobredosis por esta droga.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estiman que en 2021, más de 105.000 estadounidenses murieron por sobredosis de drogas, y el 66 % de esas muertes se relacionaron con opioides sintéticos como el fentanilo. 

La exportación de esta droga mortal se ha convertido sin dudas en un multimillonario negocio, y según las recientes denuncias, el PCCh no se quiere quedar afuera.

“Nada de esto puede funcionar sin la participación del gobierno chino”, aseguró el lunes 22 de agosto David Asher, exfuncionario del Departamento de Estado de Estados Unidos.

De ser ciertas estas acusaciones, al combatir el narcotráfico en la actualidad, ya no se habla simplemente del intento de eliminar a los cárteles que históricamente se encargaron de producir droga o a las pandillas chinas que producen ilegalmente pastillas en algún galpón de los suburbios de Beijing, ahora estaría involucrado el aparato del PCCh, lo que complejiza mucho más la situación. 

Asher culpó directamente al Ministerio de Seguridad del Estado de China y al Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh como protagonistas en el envío del fentanilo a México con la intención de “matar a los niños estadounidenses”. 

Pero el negocio no termina allí, según las acusaciones de Asher, el dinero de las drogas obtenido por el PCCh es lavado a través de la compra de bienes raíces en Estados Unidos.

Esto permite una victoria de partida doble para el PCCh, por un lado logra destruir la potencialidad de millones de jóvenes estadounidenses y por otro lado avanza con su penetración en norteamérica a través de la adquisición de tierras y propiedades. 

Un informe publicado el 23 de agosto reportó que las incautaciones de fentanilo alcanzaron niveles récord en los últimos meses, y no porque existan mayores controles sino por un mayor flujo de drogas y narcotraficantes en la frontera sur de Estados Unidos con México. 

Se incautaron 2100 libras (950 kilos) en julio, tres veces más de lo que se incautó en junio, y un aumento de más del 200 % en comparación con mayo. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, el comercio de la droga está controlado casi en su totalidad por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, las dos organizaciones criminales más poderosas de México, quienes estarían actuando en complicidad con el PCCh.

Dada la impermeabilidad que maneja el régimen chino es muy difícil que la comunidad internacional, y mucho menos la local, pueda encontrar pruebas directas que confirmen la participación del PCCh en el narcotráfico.

Sin embargo, conociendo las excelentes capacidades que tiene el régimen para controlar y suprimir a los disidentes, resulta más que sospechoso que se “filtren” miles de fábricas clandestinas productoras de fentanilo y que además exporten sus productos sin que lo perciban las autoridades.

Andrés Vacca –Redacción BLes