Por LaPolíticaOnline.com
Francia sigue ardiendo después de que un agente matara a un chico de 17 años, Nahel M., por pasarse un control policial el martes pasado. El caso conmocionó al país y las protestas se precipitaron en París y Nanterre, donde ocurrió el crimen, y con las horas se extendieron a otras ciudades, como Estrasburgo y Marsella, la segunda más grande. Las autoridades informaron de 875 detenidos tan solo anoche, la mayoría entre los 14 y 18 años.
Por eso el presidente Emmanuel Macron se dirigió directamente a los padres. «Es responsabilidad de los padres mantenerlos en casa. Apelo al sentido de responsabilidad de las madres y padres de familia. La República no pretende sustituirlos», aseguró. Además, el mandatario se refirió al contenido en redes como Snapchat y TikTok y apeló a la responsabilidad de los medios de comunicación. «A veces tenemos la sensación de que algunos viven en la calle de los videojuegos que los han intoxicado», dijo.
Macron tuvo que adelantar su regreso del Consejo Europeo, si bien descartó declarar el estado de emergencia, aunque sí encabeza un comité de crisis para seguir de cerca los disturbios. Hay cerca de 250 agentes de seguridad heridos, casi 500 edificios fueron dañados y dos mil autos quemados. Los manifestantes quemaron la biblioteca principal de Marsella y los saqueos se multiplicaron, incluida en la rue de Rivoli, la calle que une la plaza de la Concorde con la plaza de la Bastilla, cercana al Museo del Louvre.
Las imágenes del fuego y los saqueos son reproducidas en las redes sociales, por eso Macron intenta no crear un efecto contagio ni cierta instrumentalización de la violencia, por más que sea una propuesta estética de los tiempos o una tendencia. Lo cierto es que las revueltas exponen una vez más las fracturas en la sociedad francesa, los alcances de la violencia en los extrarradios y clima convulso desde la reelección del mandatario.
Macron tiene que hacer frente a las presiones de todo el arco político. La derecha gaullista llamó a frenar «a los instigadores de la guerra civil». Por su parte, Marine Le Pen consideró que el estado de excepción «es una opción que queda ahí y si el presidente decide utilizarlo», entonces su formación no se opondrá. El dirigente de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, pidió revisar la policía francesa. Pese a lo que diga el gobierno y la oposición, Francia es un país que hoy está paralizado por el asesinato de un menor.
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