¿Cuánto más se hubiera avanzado en la lucha contra la extorsión si la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas (FNAMP) no se hubiera eliminado por temas puramente ideológicos? 

Casi tres años perdidos. Casi tres años donde más de 300,000 hondureños viven bajo el yugo de amenazas diarias.

La exprimera dama y ahora precandidata presidencial Ana García explicó que el valor de lo que existía antes en el gobierno de Juan Orlando y del Partido Nacional radicaba en un sistema coordinado y eficiente: cinco instituciones trabajando 24/7, integrando a la Dirección de Inteligencia, la Policía, Las Fuerza Armadas, Poder Judicial y Ministerio Público, para enfrentar a los extorsionadores y las pandillas. Lo que hicimos fue construir una fuerza sólida, coordinada, efectiva y dedicada.

La FNAMP acumuló toda la experiencia de la Fuerza Anti-Extorsión y la fortaleció para convertirse en una fuerza Anti-Maras y Pandillas. Este equipo trabajaba de la mano con juzgados y fiscales especializados, creando un sistema con coordinación estrecha y alta capacidad de inteligencia. Era un modelo efectivo, diseñado para proteger al pueblo hondureño.

¿Y ahora? Con Libre, todo se vino abajo. Dejaron solo a la Policía, sin recursos, ni apoyo suficiente, destruyeron un sistema que ya daba resultados positivos ¡Ni siquiera mejoraron lo que existía! La gente sufre hoy el ataque directo de los extorsionadores. La desesperación crece, y la esperanza  desaparece, en especial en aquellos barrios y colonias que ahora son controlados por el crimen organizado.

Hay un dicho claro:

¡Si está funcionando, no lo cambies; si puedes, mejóralo!

Pero Libre no lo mejoró, lo destruyó. Ahora el pueblo paga el precio de esta incapacidad.

La pregunta es ¿Qué están haciendo ahora? Porque lo que nosotros teníamos en el Gobierno anterior funcionaba, daba resultados y devolvía esperanza. Hoy, el pueblo merece respuestas.