ONU alerta sobre una «agitación social» provocada por el estancamiento e inestabilidad de las economías

El mundo caerá en una recesión global y un estancamiento prolongado a menos que los países industrializados cambien pronto el curso de sus políticas monetarias y fiscales restrictivas, alertó este lunes la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), agregando que la situación podría llegar a ser peor que la que siguió a la crisis financiera de 2008 y a la pandemia en 2020.

La UNCTAD expone el poco efecto que tuvo una década de tipos de interés históricamente bajos en los objetivos de inflación y crecimiento, y argumenta que esta vez tampoco lograrán la meta de controlar la inflación sin dar lugar a una recesión. Se trata de una política “imprudente”, afirma.

En la realidad que atraviesa el mundo, con caídas de los salarios reales, ajustes fiscales, turbulencias financieras y apoyo y coordinación multilateral insuficientes, el endurecimiento monetario excesivo “podría resultar en un periodo de estancamiento e inestabilidad económica para muchos países en desarrollo y algunos desarrollados”, apunta.

El estudio explica que, dado el deterioro de las condiciones financieras, los flujos netos de capital hacia los países en desarrollo son negativos lo que ha creado la paradoja de que los países en desarrollo estén financiando a los industrializados.

Unas 90 economías en desarrollo han devaluado sus monedas frente al dólar este año y sus reservas de divisas están cayendo mientras que los diferenciales en los rendimientos de los bonos ensanchándose, lo que ha dado como resultado un encarecimiento de su deuda y un aumento preocupante del riesgo de una crisis mundial de deuda.

Con respecto a la inflación, el análisis dice que en las naciones desarrolladas se ha disparado sobre todo por la subida de los precios de los productos básicos, especialmente la energía, y por las interrupciones de las cadenas de suministro, mientras que en los países en desarrollo la inflación se debe a los precios de la energía y a la depreciación de sus monedas.

Por otra parte, la guerra en Ucranio ha incrementado las turbulencias de los mercados de materias primas, que no ha cesado desde hace más de una década. En este terreno, la UNCTAD destaca el papel de los especuladores, que tienen demasiada influencia en los contratos de futuros, los swaps de materias primas y los fondos que se negocian en la bolsa de valores.

En América Latina y el Caribe el panorama es gris: el entorno externo supondrá un obstáculo mayúsculo adicional para el crecimiento durante los próximos años, sobre todo en los países más endeudados.

Según la UNCTAD, la región registrará una pronunciada desaceleración, pasando de un 6,6% en 2021 a un 2,6% este año y apenas un 1,1% en 2023.

Argentina, Brasil y México, los motores económicos de la región disminuirán su avance tras el repunte de 2021 que siguió a la contracción generada por la pandemia. Brasil y México, las economías más grandes, crecerán un 1,8%, con México sin poder llegar a su nivel de 2019.

Rebeca Grynspan señaló que para la mayor parte de las economías latinoamericanas el deterioro de las condiciones financieras mundiales y los cambios en la política económica en los países avanzados afectarán el crecimiento, aumentando la exposición a los embates externos.

El informe señala que si bien los precios internacionales de bienes de la canasta exportadora de la región – como energía, alimentos, fertilizantes y minerales-, subieron unos meses, las alzas fueron de corta duración y presionaron los precios nacionales.

Al igual que para el resto del mundo, la UNCTAD considera que el endurecimiento de la política monetaria en América Latina conlleva el riesgo de una depresión drástica de la demanda interna, lo que pude provocar no sólo una recesión, sino también agitación social.