Colin Powell, uno de los protagonistas de la política mundial durante más de dos décadas, ha fallecido hoy por Covid-19. Así, Powell, de 84 años de edad, se convierte en la figura más destacada que cae víctima del virus. El general había sido diagnosticado también con mieloma múltiple, un tipo de cáncer que no tiene cura y que provoca el desplome del sistema inmune.
Aunque el general neoyorquino es recordado sobre todo por haber sido la primera persona de raza negra que alcanzó los cargos de consejero de Seguridad Nacional (con Ronald Reagan), jefe del Estado Mayor (con George Bush ‘padre’) y secretario de Estado (con George Bush ‘hijo’), y por su giro desde las posiciones del Partido Republicano hacia las del Demócrata, él fue también una de las figuras centrales en las dos guerras que Estados Unidos tuvo con Irak, en 1991 y en 2003.
La primera, para expulsar a las fuerzas de Sadam Husein de Kuwait, se realizó siguiendo sus consejos. La segunda, la controvertida invasión que culminó en la ocupación del país y en una guerra civil interminable, fue llevada a cabo en contra de las ideas del general, que incluso tuvieron un nombre: la ‘doctrina Powell’.
A menudo se dice que Colin Powell se opuso a la invasión de Irak en 2003, cuando era secretario de Estado. Es mentira. Lo que sí rechazó fue cómo se llevó a cabo la invasión. La ‘doctrina Powell’, basada en las enseñanzas de la Guerra de Vietnam -en la que el general sirvió en 1962, cuando tenía 24 años- se fundamentaba en la idea de que, cuando EEUU fuera a la guerra tenía que ser con los objetivos políticos muy definidos, y con una superioridad militar abrumadora. Era, de algún modo, aplicar las teorías del clásico de la estrategia moderna, Carl von Clausewitz, a la era de la información y a las sociedades democráticas, que tienen mucha menos paciencia que las autoritarias por los conflictos militares largos.