A la Mascota del Familion.
Hay quienes se disfrazan de diplomáticos, pero solo son mascotas del poder. Gerardo Torres Zelaya, viceministro de Relaciones Exteriores, no representa a Honduras: representa a una familia que ha convertido al Estado en su finca personal.
Su pluma no escribe por conciencia, sino por conveniencia. Mientras el pueblo sufre apagones, desempleo y extorsión, él escribe fábulas con duendes y cadejos para atacar a quienes luchamos por la democracia real.
No es casual: su trabajo es distraer, ridiculizar y sembrar odio desde la comodidad de un cargo heredado por apellido, no por mérito.
La historia ya conoce a estos personajes: no lideran, obedecen. No piensan, repiten. Son funcionales a las dictaduras suaves, los que sin disparar un arma sostienen al régimen con palabras dulces y serviles. Pero Honduras está despertando.
Y sabrá distinguir entre quien sirve a su patria… y quien ladra por su amo.
La respuesta del General en retiro se origina a raíz de una carta pública expuesta en redes sociales por el vicecanciller Gerardo Torres en la que hace referencia a Vásquez, defendiendo así a la familia Zelaya Castro de los ataques del militar retirado enemigo político del expresidente Zelaya Rosales y por el que la Secretaría de Seguridad ofrece casi 5 millones de lempiras a quien de información sobre el domicilio de Vásquez.
El Abominable Golpista de los Cerros
En las montañas de este país corren y se esconden cadejos castrenses, lloronas anticomunistas, siguanabas que son influencers, duendes robacarros y chupacabras narcotraficantes.
El abominable huye, espantando niños cobardes con videos tontos. Creo que ya es hora de atraparlo. Digámosle que le vamos a dar de nuevo todas las armas, que él volverá a ser el hombre fuerte y nosotros un montón de muchachos amontonados y asoleados, sin armas, tratando de arrebatarle de sus manos la democracia que tuvo secuestrada. Seguro no se aguanta la emoción y asoma la cabeza.
Y la ponemos en la pared de alguna cabaña lujosa para turistas. Leamos la constitución violada, pero en inglés para confundirlo y que crea que son sus amos que lo llaman de nuevo. Pongamos un par de ratoneras en carros dejados puestos por distintos puntos del país, con olor a queso, para que a las ratas se les reactive su antigua condición de pinches robacarros. Vistámonos de camisetas blancas y como Julietas gritemos su nombre hasta que él solito baje.
Capturémoslo y cobramos esos tres millones de recompensa, y compramos para todos (golpistas y resistencias) mucho chocolate, frutos secos, huevo y aguacates que dicen son buenos para la memoria. Y que buena falta nos hace.
– Gerardo Torres Zelaya.