División entre los pastores evangélicos de EEUU en torno al proceso de vacunación contra el covid-19. Este desacuerdo, que lleva a algunos líderes religiosos a apoyar las vacunas y a otros a entorpecer las campañas, se produce, sobre todo, en Bible Belt (Cinturón de la Biblia), una región del sudeste del país que cuenta con una gran presencia de la comunidad evangélica y donde en estos momentos existe un fuerte brote de la variante delta del virus.
Director de la campaña de vacunaciones contra el COVID-19 del estado de Virginia, el doctor Danny Avula, empezó a sospechar que podría tener problemas para conseguir que los pastores apoyaran la campaña cuando miembros de su propia iglesia lo definieron como «la marca de la bestia» —una referencia bíblica a una alianza con el diablo— y el pastor no supo cómo responder.
Algunos pastores organizan ellos mismos vacunaciones y rezan para que la población se inocule, mientras que otros se oponen a las vacunas con feroces sermones desde sus púlpitos. La mayoría, no obstante, guarda silencio sobre el tema, algo que los expertos consideran una gran oportunidad perdida en una parte del país donde la Iglesia es la principal influencia espiritual y social de muchas comunidades.
Los pastores opositores, marginales
Algunos líderes religiosos hablan abiertamente de su oposición a las vacunas y generan mucha atención, como Tony Spell, quien ignoró en reiteradas ocasiones las restricciones a los servicios en persona en su iglesia de Baton Rouge, Luisiana. En sus sermones califica como “demoníacas” y asegura que el gobierno no les obligará a “cumplir con órdenes del diablo”.