En Afganistán las mujeres empiezan a desaparecer.

Kabul amaneció sin mujeres, escondidas muchas de ellas ante el recuerdo de lo que fue el primer gobierno talibán, donde imperaba el terror y el peligro de ser castigada por reírse o mostrar los tobillos.

Las fotografías de hombres tapando con pintura las fotografías de mujeres en locales comerciales de Kabul ya empezaron a dar la vuelta al mundo. La llegada de los talibanes al poder en Afganistán supone no solo una derrota para Estados Unidos y sus aliados, sino especialmente para las mujeres afganas, que a partir de ahora deberán someterse a las estrictas normas que imponen los radicales islamistas, algunas de ellas lindantes en el absurdo. Es posible que no puedan volver a estudiar, trabajar ni ser atendidas por médicos varones. Tampoco a reírse muy fuerte o tomar un taxi.

El primer día de Kabul bajo el nuevo régimen transcurrió con relativa calma, salvo en el aeropuerto. Milicianos talibanes patrullaban la capital sin que fuera posible ver mujeres en las calles. Dawood Raufi, un vecino, dijo que agradecía que no hubiera habido derramamiento de sangre en la toma de la ciudad y que hasta ahora los talibanes han sido amables con los ciudadanos. Esa misma impresión no la comparten las mujeres, que evitaron salir de sus casas por temor a la brutal opresión y castigos que impusieron entre 1996 y 2001 los radicales.

Y si bien han afirmado que mantendrán los derechos alcanzados por las mujeres en las últimas dos décadas, pocas creen. «Todavía no puedo creer que esto haya sucedido. Por favor, recen por nosotros. Se los vuelvo a pedir: gente de este gran mundo, por favor, no se queden callados, vienen a matarnos», dijo entre lágrimas la cineasta Sahraa Karimi en un video. Ese temor explica la desesperación de familias enteras que intentaban abandonar el país desde el aeropuerto internacional.

MG, DW and La Republica.