Monitor Centroamericano de WOLA
Las mujeres y niñas de El Salvador, Guatemala y Honduras —región conocida como el Triángulo Norte de Centroamérica— enfrentan niveles extremos de violencia de género, una situación agravada por la corrupción, la debilidad institucional generalizada y una cultura de impunidad hacia los perpetradores.
Para las mujeres marginalizadas, indígenas y afrodescendientes y para las muchas que están al frente de los movimientos sociales, el acceso a la protección y la justicia es aún más difícil debido a la falta de voluntad política y a las muchas brechas de capacidad dentro de los sistemas de justicia penal.
Las mujeres constituyen más de la mitad de la población del Triángulo Norte y son el principal sostén económico de la gran mayoría de hogares monoparentales. Sin embargo, la violencia de género y la impunidad obligan a muchas a huir de sus hogares a otras ciudades y pueblos o a dejar sus países en un intento de llegar a otros, incluido Estados Unidos.
Fortalecer los sistemas de justicia para reducir la impunidad y desarrollar mecanismos y políticas integrales para abordar la violencia de género, trabajando junto con las organizaciones de la sociedad civil, debería ser una prioridad para estos gobiernos.
A continuación, destacamos cinco hechos que demuestran por qué las autoridades deben hacer más para garantizar que las mujeres y niñas puedan disfrutar de una vida libre de violencia y abuso:
- Las mujeres de la región enfrentan algunas de las tasas de homicidio más altas del mundo. Con 13,8 por 100.000, la tasa de El Salvador fue la más alta de la región en 2017, aunque muchos asesinatos de mujeres no son registrados adecuadamente como feminicidios. Guatemala clasifica de una manera más consecuente la mayoría de los asesinatos de mujeres, pero es Honduras donde peor se hace entre los tres países.
- Miles de mujeres denuncian violencia en sus hogares cada año: más de 57.000 en 2020, solo en Guatemala. Es probable que la cifra real sea significativamente más alta, ya que los funcionarios no siempre documentan sus casos y muchas mujeres tienen demasiado miedo de hablar, en medio de las amenazas contra sus vidas y la carencia de lugares para encontrar refugio.
- La agresión sexual y la violación también son comunes a lo largo de la región y rara vez son denunciadas. La gran mayoría de los casos nunca son investigados.
- Menos del 20 por ciento de la policía en cada país está constituida por mujeres. Esto es problemático pues priva a las sobrevivientes de abuso de un lugar donde puedan sentirse seguras para denunciar los delitos que sufren.
- En los tres países, las mujeres constituyen una gran parte de las personas que trabajan en el sector judicial. En Honduras, por ejemplo, la mayoría de los puestos de jueces y defensores públicos son desempeñados por mujeres. En El Salvador, la mayoría de los puestos de defensores públicos y fiscales son ocupados por mujeres. Sin embargo, las serias barreras para obtener justicia, incluidas las investigaciones limitadas, la sobrecarga de casos y la corrupción, hacen que la impunidad prevalezca en la mayoría de casos de violencia contra las mujeres.